Entre los años 100 a.C. y 300 d.C, se desarrolló a orillas del lago Titicaca una sociedad compleja: la cultura Pucará.
El pueblo de Pucará, en el Departamento de Puno, con una extensión aproximada de seis kilómetros cuadrados, constituyó el primer asentamiento propiamente urbano del altiplano lacustre.
Su esfera de influencia, llegó por la Sierra Norte hasta el valle del Cuzco y por el sur hasta Tiahuanaco. En la costa del Pacifico se han encontrado evidencias Pucara en los valles de Moquegua y Azapa, aunque hay vestigios de su presencia en la región de Iquique y hasta en la desembocadura del rio Loa.
Pucará representa, en la cuenca norte del Titicaca, el dominio pleno del hombre sobre el medio ambiente, ya que no solo fueron controlados todos los recursos naturales disponibles, sino que además se crearon otros nuevos. Los "camellones", que permitían la agricultura en terrenos inundables a orillas del lago Titicaca, aseguraban una agricultura de altura intensiva
Durante esa época se adquieren complejos conocimientos sobre la hidráulica y la construcción y es a partir de ella que los pobladores del altiplano comienzan a controlar directamente pisos ecológicos diversos estableciendo colonias permanentes en el valle interandino del Cuzco y de Moquegua en la vertiente occidental de los Andes, estrategia de desarrollo posteriormente consolidada y potenciada por los Tiahuanaco.
El “Torito de Pucará” es una de las expresiones más originales de la fusión andino-española que forma parte de la cultura mágico-religiosa en la zona altiplánica de Puno dese épocas coloniales. Representa una tradición que constituye un ritual que se mantiene en el sur andino en las ceremonias de marcación del ganado como símbolo de la procreación de rebaños, la unidad familiar, el cuidado y preservación de las viviendas. Por eso es frecuente observar toritos sobre los techos de las casas.
La parada en la antigua estación del tren que pasaba por Pucará, le dio la denominación al famoso torito, ya que allí llegaban los artesanos del distrito de Santiago de Pupuja para venderlos a los turistas de paso. Así se extiende la tradición del torito a las manos de los artesanos de Pucará, poseedores de una ancestral tradición ceramista.
Hoy en día, es lamentable como las limitaciones económicas y el escaso apoyo impiden que muchos artesanos continúen cultivando este emblemático testimonio de arte ancestral.
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